Haciendo caso a la sencilla pregunta que Sócrates le realizaba a Alcibíades, un noble joven que desea cambiar el mundo: ¿Te conoces a ti mismo? Y éste ve, que aún le faltan algunos pasos antes de comenzar con sus ideales. Del mismo modo, he querido, al comenzar mi carrera profesional, compartir un conocimiento de mi ser y mis talentos como también de mis limites y carencias.
En estos años en el liceo José Victorino Lastarrias y en la Universidad de Chile, he podido hacer cada vez más patente mis pasiones, las que se resumen en la entrega generosa de mis cualidades como ingeniero por la construcción de un mundo mejor. Esto se ha traducido en el desarrollo de numerosos proyectos sociales y pastorales, encontrando en cada uno de ellos, una gran cantidad de experiencias y saberes que se han convertido en aprendizajes del alma y la razón. Los que me han configurado lentamente como un ser que equilibra acción y oración, y que tiene la convicción de que el amor verdadero todo lo puede.
He vivido momentos plenos, en los que mi ser se ha expandido y mis capacidades de liderazgo y motivación han brotado por sí solas, creando confianza y autoridad, esta última vista como un “hacer crecer”. En otras palabras, la vida me ha permitido que en cada proyecto, lograr “hacer crecer” a mí y sobre todo a los que están conmigo. Conjunto con lo anterior, el tiempo me ha hecho descubrir y hacer brotar otros dones como los son mis capacidades de empatizar, analizar, sistematizar, comunicar y escuchar.
Pero también he vivido momentos dolorosos, donde la realidad del ser humano me ha golpeado, tanto por mis propios actos, como por los de otros. Momentos en donde el dolor me ha hecho más fuerte, al verme un ser frágil y limitado, y que también me ha hecho aprender a perdóname y perdonar al otro, logrando así acércame a ese otro y comprenderlo verdaderamente.
Al mirar mi aun corta vida en su conjunto, creo que he sido un hombre feliz el cual ha intentado seguir su corazón, viviendo en la libertad de la entrega y el desapego de las superficialidades. Por esto, estoy tremendamente agradecido de tantos maestros que me han acompañado en mi camino, como por ejemplo mis padres quienes me han enseñado la pedagogía del amor.
Por todo esto, hoy estoy en búsqueda, búsqueda de caminos para soñar y construir con otros, proyectos que aporten al desarrollo de este mundo. Busco aprender y enseñar logrando así un “hacer” rico en sentido, sin olvidar, como buen ingeniero, los parámetros de eficiencia y eficacia. En resumen, estoy invitándolos amigos míos, a soñar y construir un mundo mejor, alcanzando allí lo mejor de cada uno.